LOCKE
(Wrington, 29 de agosto de 1632 - Oates, 28 de octubre de 1704)
“En su consecuencia, siempre que cierto número de hombres se unen en sociedad renunciando cada uno de ellos al poder de ejecutar la ley natural, cediéndolo a la comunidad, entonces y sólo entonces se constituye una sociedad política o civil. Este hecho se produce siempre que cierto número de hombres que vivían en el estado de naturaleza se asocian para formar un pueblo, un cuerpo político, sometido a un gobierno supremo, o cuando alguien se adhiere y se incorpora a cualquier gobierno ya constituido. Por ese hecho autoriza a la sociedad o, lo que es lo mismo, a su poder legislativo, para hacer las leyes en su nombre según convenga al bien público o de la sociedad, y para ejecutarlas siempre que se requiera su propia asistencia (como si se tratase de decisiones propias suyas). Eso es lo que saca al hombre de un estado de naturaleza y lo coloca dentro de una sociedad civil, es decir, el hecho de establecer en este mundo un juez con autoridad para decidir todas las disputas, y reparar todos los daños que pueda sufrir un miembro cualquiera de la misma. Ese juez es el poder legislativo, o lo son los magistrados que él señale. Siempre que encontremos a cierto número de hombres, asociados entre , pero sin disponer de ese poder decisivo a quien apelar, podemos decir que siguen en estado de naturaleza.Resulta, pues, evidente que la monarquía absoluta, a la que ciertas personas consideran como el único gobierno del mundo, es en realidad incompatible con la sociedad civil, y por ello no puede ni siquiera constituirse como una forma de poder civil. La finalidad de la sociedad civil es evitar y remediar los inconvenientes del estado de naturaleza, que se producen forzosamente cuando cada hombre es juez de su propio caso (...). Allí donde existen personas que no disponen de esa autoridad a quien recurrir para que decida en el acto las diferencias que surgen entre ellas, esas personas siguen viviendo en un estado de naturaleza. Y esa situación se encuentran, frente a frente, el rey absoluto y todos aquellos que están sometidos a su régimen.Al partirse del supuesto de que ese príncipe absoluto reúne en sí mismo el poder legislativo y el poder ejecutivo sin participación de nadie, no existe juez ni manera de apelar a nadie capaz de decidir con justicia e imparcialidad, y con autoridad para sentenciar, o que pueda remediar o compensar cualquier atropello o daño que ese príncipe haya causado, por sí mismo, o por orden suya. Ese hombre, lleve el título que lleve, zar, gran señor o el que sea, se encuentra en estado de naturaleza con sus súbditos como con el resto del género humano. Allí donde existen dos hombres que carecen de una ley fija y de un juez común al que apelar en este mundo, para que decida en las disputas sobre el derecho que surjan entre ellos, los tales hombres siguen viviendo en estado de naturaleza y bajo todos los inconvenientes del mismo.”
John Locke. Dos tratados sobre el gobierno civil. 1690.
MONTESQUIEU
Charles Louis de Secondat, Señor de la Brède y Barón de Montesquieu (18 de enero de 1689 - 10 de febrero de 1755)
“La libertad política de un ciudadano es la tranquilidad de espíritu que proviene de la confianza que tiene cada uno en su seguridad; para que esta libertad exista, es necesario un gobierno tal que ningún ciudadano pueda temer a otro.
Cuando el poder legislativo y el poder ejecutivo se reùnen en la misma persona o el mismo cuerpo, no hay libertad; falta la confianza porque puede temerse que el monarca o el Senado hagan leyes tiránicas y las ejecuten ellos mismos tiránicamente. No hay libertad si el pode de juzgar no está bien deslindado del poder legislativo y del poder ejecutivo, Si no está separado del poder legislativo, se podría disponer arbitrariamente de la libertad y la vida de los ciudadanos: como que el juez será legislador. Si no está separado del poder ejecutivo, el juez podría tener la fuerza de un opresor ...
En cada Estado hay tres clases de poderes: el legislativo, el ejecutivo de las cosas pertenecientes al derecho de gentes, y el ejecutivo de las que pertenecen al civil.Por el primero, el príncipe o el magistrado hace las leyes para cierto tiempo o para siempre, y corrige o deroga las que están hechas. Por el segundo, hace la paz o la guerra, envía o recibe embajadores, establece la seguridad y previene las invasiones; y por el tercero, castiga los crímenes o decide las contiendas de los particulares. Este último se llamará poder judicial; y el otro, simplemente, poder ejecutivo del Estado (...).Cuando los poderes legislativo y ejecutivo se hallan reunidos en una misma persona o corporación, entonces no hay libertad, porque es de temer que el monarca o el senado hagan leyes tiránicas para ejecutarlas del mismo modo.Así sucede también cuando el poder judicial no está separado del poder legislativo y del ejecutivo. Estando unido al primero, el imperio sobre la vida y la libertad de los ciudadanos sería arbitrario, por ser uno mismo el juez y el legislador y, estando unido al segundo, sería tiránico, por cuanto gozaría el juez de la fuerza misma que un agresor.En el Estado en que un hombre solo, o una sola corporación de próceres, o de nobles, o del pueblo administrase los tres poderes, y tuviese la facultad de hacer las leyes, de ejecutar las resoluciones públicas y de juzgar los crímenes y contiendas de los particulares, todo se perdería enteramente.”
Montesquieu. El espíritu de las leyes. 1748.
VOLTAIRE
François Marie Arouet(París, 21 de noviembre de 1694 – ibídem, 30 de mayo de 1778)
Sobre la tolerancia
“Qué es la tolerancia? Es la panacea de la humanidad. Todos los hombres estamos llenos de debilidad y de errores y debemos perdonarnos recíprocamente, que ésta es la primera ley de la naturaleza. Procuremos que comercien juntos en la Bolsa de Ámsterdam, de Londres o de Basora ... el judío, el turco, el chino, el cristiano griego, el cristiano romano, el cristiano protestante y cristiano cuáquero, que de ese modo no se clavarían el puñal unos a otros por atraer prosélitos a su religión. ¿Porqué sino por esto nos hemos degollado unos a otros casi sin interrupción desde el primer Concilio de Nicea?
Constantino, que empezó por publicar un edicto que permitía todas las religiones, acabó por perseguirlas. Antes de su época se sublevaron contra los cristianos, porque empezaron a formar un partido en el Estado.
Los romanos permitían todos los cultos, hasta el de los judíos y el de los egipcios, a los que tanto despreciaban. ¿Porqué Roma toleraba esos cultos? Porque ni los egipcios ni los judíos pensaron exterminar la antigua religión del Imperio, y por lo tanto, no recorrían la tierra y los mares haciendo prosélitos, sólo pensaron en ganar dinero; pero está fuera de toda duda que los cristianos trabajaban para que su religión fuera la única... Los cristianos no supieron nunca rendir culto puro al Dios que los creó, ni seguir el ejemplo de los hombres letrados de China ... de los sabios del mundo, siendo víctimas de las supersticiones. Os he dicho en otra parte ... que si tenéis dos religiones en vuestros reinos, se cortarán la garganta una a otra, pero si tenéis treinta vivirán juntas y en buena armonía. Ved lo que sucede al Gran Turco: gobierna a los guebros, a los banianos, a los cristianos griegos y a los romanos. En cuento uno de ellos excita un tumulto lo empala, de ese modo el mundo vive tranquilo.”
(Diccionario filosófico – 1764)
Sobre la igualdad
“¿Qué debe un perro a un perro y un caballo a un caballo? Nada, ningún animal depende de su semejante, pero el hombre que ha recibido el rayo de la Divinidad que se llama razón, cuál es su fruto? El de ser esclavo en casi toda la tierra.
Si esta tierra fuese lo que parece que debería ser, es decir, si el hombre encontrase en todas partes una subsistencia fácil y asegurada, y un clima conveniente para su naturaleza, está claro que hubiera sido imposible a un hombre servir a otro. Que este globo esté cubierto de frutos saludables; que el aire ... no nos diera enfermedades y muerte .. entonces los Gengis Khan y los Tamerlán no tendrían de criados más que a sus hijos.
(...) En este estado tan natural, el hombre sería tan feliz ..., la dominación sería una quimera, un absurdo en el cual nadie pensaría, porque, ¿para qué buscar servidores cuando no se tiene necesidad de ningún servicio?
Todos los hombres serían, pues, necesariamente iguales si estuvieran sin necesidades. La miseria atada a nuestra especie subordina un hombre a otro hombre; esto no es la desigualdad, que es un mal real, es la dependencia. Importa bien poco que tal hombre se llame Su Alteza, tal otro Su Santidad; sino que es duro servir al uno o al otro ...
Es imposible en nuestro desgraciado globo que los hombres, viviendo en sociedad, no estén divididos en dos clases, la una de opresores la otra de oprimidos; estas dos se dividen en mil, y estas mil tienen todavía matices diferentes.
Todos los oprimidos no son absolutamente desgraciados. La mayor parte ha naciendo en este estado, y el trabajo continuo les impide sentir demasiado su situación, pero cuando la siente, entonces vienen las guerras. Todas estas guerras terminan tarde o temprano con la servidumbre del pueblo, porque los poderosos tienen el dinero, y el dinero es el dueño de todo en un Estado ...
Cada hombre, en el fondo de su corazón, tiene el derecho de creerse enteramente igual a los otros hombres.”
(Diccionario Filosófico – 1764)
ROUSSEAU
(28 de junio de 1712, Ginebra, Suiza - 2 de julio de 1778, Ermenonville, Francia)
" ... En tanto que los hombres se contentaron con sus cabañas rústicas y se limitaron a coser sus trabajos de pieles con alfileres o aretes, a adornarse con plumas y conchas y a pintarse el cuerpo de diversos colores, a perfeccionar o embellecer sus arcos y sus flechas, a tallar con piedras cortantes algunas canoas de pescadores o algunos groseros instrumentos de música, en una palabra, en tanto que se dedicaron a obras que cada uno podía hacer y las artes no tenían necesidad del concurso de muchas manos, vivieron libres, sanos, buenos y dichosos, tanto como por su naturaleza podían serlo y continuaron gozando entre ellos de las dulzuras de un comercio independiente, pero desde el instante en que un hombre tuvo necesidad de la ayuda de otro, desde que se apercibió que le era útil a uno solo el tener provisiones para dos, la igualdad desapareció, se introdujo la propiedad, se hizo necesario el trabajo y los vastos bosques se convirtieron en campos rientes que fue preciso fertilizar con el sudor de los hombres y en los que bien pronto se vió germinar la esclavitud y la miseria y desarrollarse con la cosechas ...
Supongo a los hombres habiendo llegado a un punto en que los obstáculos que atentan a su conservación en el estado natural exceden a las fuerzas que cada individuo puede emplear para mantenerse en este estado. Entonces este estado primitivo no puede subsistir, y el género humano perecería si no cambiase de modo de ser.
... Hallar una forma de asociación que defienda y proteja de toda fuerza común, la persona y los bienes de cada asociado; y por la cual, cada uno, uniéndose a todos, no obedezca por tanto, sino a sí mismo y quede así tan libre como antes. Tal es el problema social de que el contrato social da la solución.
Las cláusulas de este contrato se determinan de tal modo por la naturaleza del acto, que la menor modificación las haría vanas y de ningún efecto ...
Estas cláusulas, bien entendidas, se reducen a una sola, a saber: la enajenación total de cada asociado con todos sus derechos a toda la comunidad; porque primeramente, dándose cada cual todo entero, la condición igual para todos; y, por tanto, ninguno tiene interés en hacerla onerosa para los demás.
Dándose, en fin, cada uno a todos, no se da a nadie en particular, y como no hay un asociado sobre el cual no se adquiere el mismo derecho que se cede sobre sí, se gana la equivalencia de todo lo que se pierde y más fuerza para conservar la que se tiene.
Si, pues, se descarta del pacto social lo que no es en él esencial, se verá que se reduce a los siguientes términos: cada uno de nosotros pone su persona y poder bajo la suprema dirección de la voluntad general, y recibe en cuerpo a cada miembro como parte indivisible del todo.”
El tránsito del estado natural al civil produce en el hombre un cambio muy notable, sustituyendo en su conducta la justicia al instinto y dando a sus actos la moralidad de que antes carecían.
... Lo que el hombre pierde por el contrato social es su libertad natural y un derecho ilimitado a todo lo que le atañe y puede alcanzar; lo que gana es su libertad civil y la propiedad de todo lo que posee. Para entender bien estas compensaciones, debe distinguirse la libertad natural, que no tiene más límites que las fuerzas individuales, de la libertad civil, limitada por la libertad general, y la posesión, efecto únicamente de la fuerza o derecho del primer ocupante, de la propiedad que sólo puede fundarse en un título positivo. (...) la libertad moral hace al hombre verdaderamente dueño de sí mismo .. y la obediencia a la ley que uno mismo se prescribe es la libertad ...”
(El Contrato Social, 1762)
(Wrington, 29 de agosto de 1632 - Oates, 28 de octubre de 1704)
“En su consecuencia, siempre que cierto número de hombres se unen en sociedad renunciando cada uno de ellos al poder de ejecutar la ley natural, cediéndolo a la comunidad, entonces y sólo entonces se constituye una sociedad política o civil. Este hecho se produce siempre que cierto número de hombres que vivían en el estado de naturaleza se asocian para formar un pueblo, un cuerpo político, sometido a un gobierno supremo, o cuando alguien se adhiere y se incorpora a cualquier gobierno ya constituido. Por ese hecho autoriza a la sociedad o, lo que es lo mismo, a su poder legislativo, para hacer las leyes en su nombre según convenga al bien público o de la sociedad, y para ejecutarlas siempre que se requiera su propia asistencia (como si se tratase de decisiones propias suyas). Eso es lo que saca al hombre de un estado de naturaleza y lo coloca dentro de una sociedad civil, es decir, el hecho de establecer en este mundo un juez con autoridad para decidir todas las disputas, y reparar todos los daños que pueda sufrir un miembro cualquiera de la misma. Ese juez es el poder legislativo, o lo son los magistrados que él señale. Siempre que encontremos a cierto número de hombres, asociados entre , pero sin disponer de ese poder decisivo a quien apelar, podemos decir que siguen en estado de naturaleza.Resulta, pues, evidente que la monarquía absoluta, a la que ciertas personas consideran como el único gobierno del mundo, es en realidad incompatible con la sociedad civil, y por ello no puede ni siquiera constituirse como una forma de poder civil. La finalidad de la sociedad civil es evitar y remediar los inconvenientes del estado de naturaleza, que se producen forzosamente cuando cada hombre es juez de su propio caso (...). Allí donde existen personas que no disponen de esa autoridad a quien recurrir para que decida en el acto las diferencias que surgen entre ellas, esas personas siguen viviendo en un estado de naturaleza. Y esa situación se encuentran, frente a frente, el rey absoluto y todos aquellos que están sometidos a su régimen.Al partirse del supuesto de que ese príncipe absoluto reúne en sí mismo el poder legislativo y el poder ejecutivo sin participación de nadie, no existe juez ni manera de apelar a nadie capaz de decidir con justicia e imparcialidad, y con autoridad para sentenciar, o que pueda remediar o compensar cualquier atropello o daño que ese príncipe haya causado, por sí mismo, o por orden suya. Ese hombre, lleve el título que lleve, zar, gran señor o el que sea, se encuentra en estado de naturaleza con sus súbditos como con el resto del género humano. Allí donde existen dos hombres que carecen de una ley fija y de un juez común al que apelar en este mundo, para que decida en las disputas sobre el derecho que surjan entre ellos, los tales hombres siguen viviendo en estado de naturaleza y bajo todos los inconvenientes del mismo.”
John Locke. Dos tratados sobre el gobierno civil. 1690.
MONTESQUIEU
Charles Louis de Secondat, Señor de la Brède y Barón de Montesquieu (18 de enero de 1689 - 10 de febrero de 1755)
“La libertad política de un ciudadano es la tranquilidad de espíritu que proviene de la confianza que tiene cada uno en su seguridad; para que esta libertad exista, es necesario un gobierno tal que ningún ciudadano pueda temer a otro.
Cuando el poder legislativo y el poder ejecutivo se reùnen en la misma persona o el mismo cuerpo, no hay libertad; falta la confianza porque puede temerse que el monarca o el Senado hagan leyes tiránicas y las ejecuten ellos mismos tiránicamente. No hay libertad si el pode de juzgar no está bien deslindado del poder legislativo y del poder ejecutivo, Si no está separado del poder legislativo, se podría disponer arbitrariamente de la libertad y la vida de los ciudadanos: como que el juez será legislador. Si no está separado del poder ejecutivo, el juez podría tener la fuerza de un opresor ...
En cada Estado hay tres clases de poderes: el legislativo, el ejecutivo de las cosas pertenecientes al derecho de gentes, y el ejecutivo de las que pertenecen al civil.Por el primero, el príncipe o el magistrado hace las leyes para cierto tiempo o para siempre, y corrige o deroga las que están hechas. Por el segundo, hace la paz o la guerra, envía o recibe embajadores, establece la seguridad y previene las invasiones; y por el tercero, castiga los crímenes o decide las contiendas de los particulares. Este último se llamará poder judicial; y el otro, simplemente, poder ejecutivo del Estado (...).Cuando los poderes legislativo y ejecutivo se hallan reunidos en una misma persona o corporación, entonces no hay libertad, porque es de temer que el monarca o el senado hagan leyes tiránicas para ejecutarlas del mismo modo.Así sucede también cuando el poder judicial no está separado del poder legislativo y del ejecutivo. Estando unido al primero, el imperio sobre la vida y la libertad de los ciudadanos sería arbitrario, por ser uno mismo el juez y el legislador y, estando unido al segundo, sería tiránico, por cuanto gozaría el juez de la fuerza misma que un agresor.En el Estado en que un hombre solo, o una sola corporación de próceres, o de nobles, o del pueblo administrase los tres poderes, y tuviese la facultad de hacer las leyes, de ejecutar las resoluciones públicas y de juzgar los crímenes y contiendas de los particulares, todo se perdería enteramente.”
Montesquieu. El espíritu de las leyes. 1748.
VOLTAIRE
François Marie Arouet(París, 21 de noviembre de 1694 – ibídem, 30 de mayo de 1778)
Sobre la tolerancia
“Qué es la tolerancia? Es la panacea de la humanidad. Todos los hombres estamos llenos de debilidad y de errores y debemos perdonarnos recíprocamente, que ésta es la primera ley de la naturaleza. Procuremos que comercien juntos en la Bolsa de Ámsterdam, de Londres o de Basora ... el judío, el turco, el chino, el cristiano griego, el cristiano romano, el cristiano protestante y cristiano cuáquero, que de ese modo no se clavarían el puñal unos a otros por atraer prosélitos a su religión. ¿Porqué sino por esto nos hemos degollado unos a otros casi sin interrupción desde el primer Concilio de Nicea?
Constantino, que empezó por publicar un edicto que permitía todas las religiones, acabó por perseguirlas. Antes de su época se sublevaron contra los cristianos, porque empezaron a formar un partido en el Estado.
Los romanos permitían todos los cultos, hasta el de los judíos y el de los egipcios, a los que tanto despreciaban. ¿Porqué Roma toleraba esos cultos? Porque ni los egipcios ni los judíos pensaron exterminar la antigua religión del Imperio, y por lo tanto, no recorrían la tierra y los mares haciendo prosélitos, sólo pensaron en ganar dinero; pero está fuera de toda duda que los cristianos trabajaban para que su religión fuera la única... Los cristianos no supieron nunca rendir culto puro al Dios que los creó, ni seguir el ejemplo de los hombres letrados de China ... de los sabios del mundo, siendo víctimas de las supersticiones. Os he dicho en otra parte ... que si tenéis dos religiones en vuestros reinos, se cortarán la garganta una a otra, pero si tenéis treinta vivirán juntas y en buena armonía. Ved lo que sucede al Gran Turco: gobierna a los guebros, a los banianos, a los cristianos griegos y a los romanos. En cuento uno de ellos excita un tumulto lo empala, de ese modo el mundo vive tranquilo.”
(Diccionario filosófico – 1764)
Sobre la igualdad
“¿Qué debe un perro a un perro y un caballo a un caballo? Nada, ningún animal depende de su semejante, pero el hombre que ha recibido el rayo de la Divinidad que se llama razón, cuál es su fruto? El de ser esclavo en casi toda la tierra.
Si esta tierra fuese lo que parece que debería ser, es decir, si el hombre encontrase en todas partes una subsistencia fácil y asegurada, y un clima conveniente para su naturaleza, está claro que hubiera sido imposible a un hombre servir a otro. Que este globo esté cubierto de frutos saludables; que el aire ... no nos diera enfermedades y muerte .. entonces los Gengis Khan y los Tamerlán no tendrían de criados más que a sus hijos.
(...) En este estado tan natural, el hombre sería tan feliz ..., la dominación sería una quimera, un absurdo en el cual nadie pensaría, porque, ¿para qué buscar servidores cuando no se tiene necesidad de ningún servicio?
Todos los hombres serían, pues, necesariamente iguales si estuvieran sin necesidades. La miseria atada a nuestra especie subordina un hombre a otro hombre; esto no es la desigualdad, que es un mal real, es la dependencia. Importa bien poco que tal hombre se llame Su Alteza, tal otro Su Santidad; sino que es duro servir al uno o al otro ...
Es imposible en nuestro desgraciado globo que los hombres, viviendo en sociedad, no estén divididos en dos clases, la una de opresores la otra de oprimidos; estas dos se dividen en mil, y estas mil tienen todavía matices diferentes.
Todos los oprimidos no son absolutamente desgraciados. La mayor parte ha naciendo en este estado, y el trabajo continuo les impide sentir demasiado su situación, pero cuando la siente, entonces vienen las guerras. Todas estas guerras terminan tarde o temprano con la servidumbre del pueblo, porque los poderosos tienen el dinero, y el dinero es el dueño de todo en un Estado ...
Cada hombre, en el fondo de su corazón, tiene el derecho de creerse enteramente igual a los otros hombres.”
(Diccionario Filosófico – 1764)
ROUSSEAU
(28 de junio de 1712, Ginebra, Suiza - 2 de julio de 1778, Ermenonville, Francia)
" ... En tanto que los hombres se contentaron con sus cabañas rústicas y se limitaron a coser sus trabajos de pieles con alfileres o aretes, a adornarse con plumas y conchas y a pintarse el cuerpo de diversos colores, a perfeccionar o embellecer sus arcos y sus flechas, a tallar con piedras cortantes algunas canoas de pescadores o algunos groseros instrumentos de música, en una palabra, en tanto que se dedicaron a obras que cada uno podía hacer y las artes no tenían necesidad del concurso de muchas manos, vivieron libres, sanos, buenos y dichosos, tanto como por su naturaleza podían serlo y continuaron gozando entre ellos de las dulzuras de un comercio independiente, pero desde el instante en que un hombre tuvo necesidad de la ayuda de otro, desde que se apercibió que le era útil a uno solo el tener provisiones para dos, la igualdad desapareció, se introdujo la propiedad, se hizo necesario el trabajo y los vastos bosques se convirtieron en campos rientes que fue preciso fertilizar con el sudor de los hombres y en los que bien pronto se vió germinar la esclavitud y la miseria y desarrollarse con la cosechas ...
Supongo a los hombres habiendo llegado a un punto en que los obstáculos que atentan a su conservación en el estado natural exceden a las fuerzas que cada individuo puede emplear para mantenerse en este estado. Entonces este estado primitivo no puede subsistir, y el género humano perecería si no cambiase de modo de ser.
... Hallar una forma de asociación que defienda y proteja de toda fuerza común, la persona y los bienes de cada asociado; y por la cual, cada uno, uniéndose a todos, no obedezca por tanto, sino a sí mismo y quede así tan libre como antes. Tal es el problema social de que el contrato social da la solución.
Las cláusulas de este contrato se determinan de tal modo por la naturaleza del acto, que la menor modificación las haría vanas y de ningún efecto ...
Estas cláusulas, bien entendidas, se reducen a una sola, a saber: la enajenación total de cada asociado con todos sus derechos a toda la comunidad; porque primeramente, dándose cada cual todo entero, la condición igual para todos; y, por tanto, ninguno tiene interés en hacerla onerosa para los demás.
Dándose, en fin, cada uno a todos, no se da a nadie en particular, y como no hay un asociado sobre el cual no se adquiere el mismo derecho que se cede sobre sí, se gana la equivalencia de todo lo que se pierde y más fuerza para conservar la que se tiene.
Si, pues, se descarta del pacto social lo que no es en él esencial, se verá que se reduce a los siguientes términos: cada uno de nosotros pone su persona y poder bajo la suprema dirección de la voluntad general, y recibe en cuerpo a cada miembro como parte indivisible del todo.”
El tránsito del estado natural al civil produce en el hombre un cambio muy notable, sustituyendo en su conducta la justicia al instinto y dando a sus actos la moralidad de que antes carecían.
... Lo que el hombre pierde por el contrato social es su libertad natural y un derecho ilimitado a todo lo que le atañe y puede alcanzar; lo que gana es su libertad civil y la propiedad de todo lo que posee. Para entender bien estas compensaciones, debe distinguirse la libertad natural, que no tiene más límites que las fuerzas individuales, de la libertad civil, limitada por la libertad general, y la posesión, efecto únicamente de la fuerza o derecho del primer ocupante, de la propiedad que sólo puede fundarse en un título positivo. (...) la libertad moral hace al hombre verdaderamente dueño de sí mismo .. y la obediencia a la ley que uno mismo se prescribe es la libertad ...”
(El Contrato Social, 1762)
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