martes, 9 de noviembre de 2010

Expansión imperialista. Fines del s. xx

El imperialismo es “el verdadero antìdoto contra la socialdemocracia”
Fürst Bernhard von Bülow, ex canciller alemàn en 1914.


“Las ganancias territoriales fueron impresionantes en tèrminos cuantitativos. El imperio britànico incrementò su extensiòn en un 50% y su poblaciòn en un tercio en las tres ùltimas dècadas del siglo XIX, aunque en Londres ejerciesen a veces el poder gobiernos antiimperialistas. (Gladstone, por ejemplo, jamàs aprobò el expansionismo imperialista.) Del mismo modo, Francia, donde los imperialistas nunca acabaron de salirse con la suya, adquiriò nueve millones de kilòmetros cuadrados de territorio en las dos ùltimas dècadas del siglo, mientras que Alemania adquirìa dos millones y medio. Bismarck habìa dicho en una ocasiòn que su mapa de Europa estaba en Àfrica, y le encantaba enfriar o desviar las peligrosas rivalidades internas en Europa estimulando la competencia en el exterior. Pero fue èl quien iniciò la expansiòn colonial de Alemania.” (Briggs y Clavis, Historia contemporánea de Europa. Ed. Crítica. p. 148)


“Si examinamos el mundo en fase de ‘imperializaciòn’ en su conjunto –Àfrica, Asia y el Pacìfico-, vemos que entre la gente que participò en el complejo proceso de expansiòn habìa exploradores (Leopoldo, un conquistador moderno, expuso su proyecto africano en un congreso geogràfico internacional celebrado en Bruselas en 1876); misioneros de todos los credos, que difundìan el evangelio o evangelios rivales y muchas cosas màs, entre ellas la educaciòn; emigrantes, que adquirìan un nuevo hogar, lejos de su lugar de nacimiento, y un nuevo estilo de vida; hombres de negocios de todos los calibres, en busca de nuevas materias primas (tan distintas como el caucho, los minerales y los aceites vegetales) o de nuevos mercados para sus productos manufacturados; contratistas, constructores de ciudades, puertos y ferrocarriles; soldados, porque los anales del imperialismo estàn manchados de sangre derramada en lo que se diò en llamar, a veces de forma engañosa, ‘pequeñas guerras’; y administradores, tambièn de todo tipo, algunos de ellos tan importantes como para que los llamasen –y se vieran a sì mismos, al estilo napolèonico- ‘procònsules.”. (pp. 149-150)

“El lugar que ocupan los gobiernos en la historia es casi igual de difìcil de evaluar en lìneas generales, ya que los procesos imperiales solìan mantenerse sin soluciòn de continuidad a pesar de los cambios de gobierno; y cualquier gobierno podìa tener que enfrentarse a algùn hecho consumado a miles de kilòmetros, que no podìa prever ni controlar. Tambièn eran muy variadas y a veces contradictorias las motivaciones de los ‘imperialistas’ de los partidos polìticos y los gobiernos de Europa. Algunos creìan que los territorios coloniales serìan para colocar al excedente de poblaciòn, un argumento que era el favorito de los gobiernos conservadores, pero que plantearon personas que no tenìan ninguna relaciòn con el comercio ni con las finanzas. Otros pensaban en el poder y el prestigio, otro punto de vista tìpicamente conservador, propio de hombres como Disraeli o Bismarck, aunque ambos fueron lo bastante inteligentes como para sacar partido de ese punto de vista màs que compartirlo. Jules Ferry, en la Francia derrotada de la dècada de 1870 hablaba del esprit y del èlan, y tambièn argüìa, al hablar de lugares tan alejados entre sí como Túnez y Tonkín, que si Francia no creaba un nuevo imperio, ‘bajaría de la primera división a la tercera o cuarta’. Más adelante, aún en el mismo siglo, Joseph Chamberlain, cuyos orígenes políticos en los sectores radicales de la ciudad de Birmingham lo llevaban a pensar desde el punto de vista de la acción, consideraba al imperio ‘un estado subdesarrollado”. (pp. 150-151)

“... en 1884 y 1885, años en que las grandes potencias se reunieron en Berlìn para hablar de áfrica por primera y última vez. (Entre ellas estaban los Estados Unidos.) Fue una conferencia impresionante, que lanzó la expresión ‘esfera de influencia’ y que acordó, con escasa consideración hacia la sensibilidad de los africanos, que, en la práctica, las potencias podían adquirir territorios en Áfrcia tomando posesión de los mismos, siempre que respetasen las reivindicaciones de los demás países y les informasen de lo que hacían. Fue durante estos años cuando se reconoció al Estado del Congo de Leopoldo (con la condición de que aboliese la esclavitud) y cuando Bismarck planteó sus reivindicaciones coloniales. Hasta entonces, Bismarck había condenado a ‘nuestros colonialistas patrioteros`, pero a partir de ese momento no tuvo ningún problema a la hora de escoger el tono apropiado: ‘las colonias representarán la obtención de nuevos mercados para las industrias alemanas, la expansión del comercio y un nuevo terreno para la actividad, la civilización y los capitales de Alemania´(en ese orden). “ (p. 151)


“Sin trenes ni barcos de vapor (que sustituyeron a los veleros entre 1870 y finales de 1880), la expansión sin precedentes de la producción y el comercio no hubiera tenido lugar, como tampoco se hubiese producido la expansiòn de las industrias del carbòn, el hierro y el acero. Brasil tuvo su primer ferrocarril en 1854, Argentina en 1857, Australia en 1854 y Suráfrica en 1860; pero en 1840 en Norteamérica ya habia la mitad del total mundial de línea férrea en funcionamiento.” (p.156)


“Los británicos, con su imperio diseminado por todo el mundo, fueron los introductores del telégrafo en las décadas de 1850 y 1860, y en Londres, en 1851, el barón Reuter, natural de Hesse Cassel, creó una gran agencia de noticias basada en la telegrafía, en lugar de las palomas mensajeras. El teléfono, en cambio, inventado en Canadá en 1876 por un inmigrante escocés, Alexander Graham Bell, fue explotado de forma mucho más eficaz en Canadá y en los Estados Unidos que en Europa. La telegrafía sin hilos, un invento de la última década del siglo, inmediatamente posterior a los rayos X, se consideró al principio como el sustituto de la comunicación por cable –su lenguaje era el código Morse, no las palabras-, del mismo modo que el automóvil (un artículo de lujo inventado no en Gran Bretaña, sino en Francia y Alemania) al principio se consideró que era un simple carro sin caballos.” (p. 156)

lunes, 8 de noviembre de 2010

El liberalismo del siglo XIX.

“Después de la caída del Imperio napoleónico y por los siguientes cien años, el mundo occidental se encontró dividido entre dos tendencias políticas opuestas: el conservadurismo, defensor del Antiguo régimen, y el liberalismo que, basado en las ideas ilustradas, fue concretado y consolidado gracias al avance político que significaron las revoluciones norteamericanas y francesa. Aunque esta última no había cristalizado las propuestas de libertad, sino incluso había acabado por imponer la monarquía autoritaria y los privilegios nobiliarios, sus ideas habían quedado arraigadas en la conciencia europea, sobre todo entre las clases medias ilustradas.
El nacionalismo –en ese momento en contra del Antiguo régimen debido a que los pueblos tomaban conciencia de sí mismos frente al absolutismo monárquico- había sido impulsado por las guerras napoleónicas, particularmente en los países que sufrieron la invasión de las fuerzas francesas. Por ello, se explica que el deseo de libertad se mezclara con el nacionalismo y que éste impulsara, a su vez, los movimientos revolucionarios liberales.
El conservadurismo se manifestó en los esfuerzos de las monarquías europeas por volver al pasado anterior a la Revolución francesa, cuando los reyes tenían el dominio absoluto en la vida de sus pueblos. Una serie de pensadores pugnó por la supresión definitiva de las constituciones, y por restaurar el poder ilimitado de los monarcas con base en el derecho divino. Los Estados absolutistas se apoyaron en la religión para crear una alianza, sin reconocer que en la Europa de la Edad Moderna la religión no había sido en algún momento base de unión internacional. Así expresado, el conservadurismo cristalizó en el fenómeno político conocido como Restauración.
El liberalismo, en cambio, era el nuevo orden de ideas que se empezaba a formalizar en el contexto de los sucesos ocurridos entre fines del siglo XVIII y principios del XIX.
Liberalismo
El liberalismo es una corriente filosófica política orientada hacia la libertad del individuo; se opone a cualquier forma de despotismo y en la doctrina en la que se fundamentan el gobierno representativo y la democracia parlamentaria. Sus características esenciales son:
· El individualismo, que considera a la persona humana individual como primordial, por encima de todo aspecto social o colectivo.
· La libertad como un derecho inviolable que se refiere a diversos aspectos, libertad de pensamiento, de expresión, de asociación, de prensa, etc., cuyo único límite consiste en la libertad de los demás, y que debe constituir una garantía frente a la intromisión del gobierno en la vida de los individuos.
· La igualdad entre los hombres, entendida únicamente en lo que se refiere a los campos jurídico y político. Es decir, para el liberalismo, todos los ciudadanos son iguales ante la ley y para el Estado, pero esto no significa que exista igualdad de clase social o de posición económica entre los seres humanos.
· El respeto a la propiedad privada como fuente de desarrollo individual, y como derecho inobjetable que debe ser salvaguardado por la ley y protegido por el Estado.


El liberalismo se fundamenta principalmente en la filosofía de Locke, de Montesquieu y de Rousseau, en tanto se opone a la creencia en el derecho divino de los reyes.
(...)
Las constituciones políticas creadas por estadounidenses y franceses como resultado de sus movimientos libertarios constituyeron, para muchos pueblos del mundo sometidos a monarquías absolutistas, la experiencia inmediata que demostraba, mediante hechos reales, la posibilidad de construir un nuevo modelo de sociedad civil respaldada en los principios del liberalismo; en la misma Europa, al igual que en otras regiones del mundo, el siglo XIX estuvo marcado por movimientos revolucionarios promovidos por liberales que buscaban el cambio político democrático y se valían de las armas para luchar en contra de los conservadores que trataban de evitarlo.
En Francia, el principal exponente del liberalismo durante la primera mitad del siglo XIX fue Benjamín Constant (1767-1830), quien definió la libertad como el pacífico goce de la independencia privada, y expuso una teoría del gobierno representativo con clara influencia del sistema político inglés: responsabilidad ministerial, poder legislativo ejercido por dos cámaras, defensa de las libertades locales y de la libertad religiosa. El Estado debe reducir su papel económico a salvaguardar la propiedad. La propiedad privada, dice Constant, es la única que proporciona el ocio indispensable para la adquisición de las luces y la rectitud del juicio, por consiguiente, sólo ella hace a los hombres capaces del ejercicio de los derechos políticos. Más tarde, Alexis de Tocqueville (1803-1859) alertaba sobre los excesos del individualismo y la democracia, y se inclinaba por una libertad moderada, regular, contenida por las creencias, las costumbres y las leyes.
En Gran Bretaña, el país más altamente industrializado del mundo y con una larga tradición de desarrollo político, el liberalismo estaba representado principalmente por Jeremy Bentham (1748-1832), quien propuso el utilitarismo como un medio para emprender las reformas sociales, con base en el principio de procurar la mayor felicidad para el mayor número de personas, James Mill (1773-1836), continuador de la obra de Bentham, publicó en 1830 un Ensayo sobre el gobierno, donde relaciona la doctrina del gobierno representativo con el principio utilitarista, bajo la idea de que la función del gobierno se debe limitar a asegurar los medios necesarios para que cada individuo pueda satisfacer, sin trabas, su interés personal. Por último, John Stuart Mill (1806-1873), hijo de James Mill, proponía un liberalismo democrático más avanzado, en el que se apartaba un tanto del enfoque individualista y manifestaba preocupación por el bienestar de la sociedad civil como un todo.”
(Delgado, Gloria – Historia Universal. Ed. Pearson, México, 2001. pp. 112, 113, 114)

miércoles, 20 de octubre de 2010

Ideas socialistas

El concepto de socialismo se refiere a un conjunto de teorías socio-económicas, ideologías y prácticas políticas que postulan la abolición de las desigualdades económicas, sociales y
políticas entre las clases sociales. Las ideas socialistas surgen en Europa en el siglo XIX, con
el desarrollo de la revolución industrial y el surgimiento de la clase obrera. En ese perìodo
aparecen distintos intelectuales que cuestionan las injusticias generadas por el sistema
capitalista surgido de la revolución industrial, al mismo tiempo que los obreros
comienzan a organizarse para luchar por sus derechos. Algunos de estos movimientos sociales
e ideas políticas proponen terminar con el sistema capitalista y construir una nueva sociedad
sin clases sociales (ni explotados ni explotadores), y sin propiedad privada de los medios de
producción. Esta nueva sociedad estarìa basada en la igualdad económica y social, y en la
propiedad colectiva de los medios de producción.
Los medios de producción son todos los objetos materiales que intervienen en el proceso de producción (Materia prima, màquinas, herramientas, tierras de cultivo, etc.)A medida que el movimiento evolucionó y creció, el concepto de socialismo fue adquiriendo
diversos matices en función del lugar y la època en donde arraigara.

En la segunda mitad del siglo XIX encontramos al principal teórico e ideólogo del Socialismo:
Carlos Marx. El aporte de sus ideas a la corriente socialista marcò las ideas del siglo XX.

El siglo XIX no sòlo estuvo signado por ideas sino por luchas y revoluciones en donde en las
ùltimas décadas ideas socialistas fueron protagonistas.
Pero el hecho històrico fundamental que va a marcar la Historia de las ideas socialistas se diò a principios del siglo XX, la Revolución Rusa (1917), allì por primera vez en la Historia un Estado se autoproclamò como Estado Socialista. A partir de allì, el movimiento socialista internacional se va a dividir entre los socialistas que tomaban como referencia la Revolución Rusa (comunistas), y los socialistas que discrepaban con la orientación de la Revolución Rusa (socialistas).Debemos diferenciar el socialismo como ideología, del socialismo como sistema económico y social desarrollado en la U.R.S.S. desde 1917 y luego de 1945 en otros paìses. Los dirigentes políticos de estos paìses se autoproclamaban socialistas, pero los sistemas impuestos en estos paìses mantienen diferencias con las ideas socialistas desarrolladas desde el siglo XIX.


Marx

"La historia de todas las sociedades que han existido hasta nuestros días es la historia de las luchas de clases.
Hombres y esclavos, patricios y plebeyos, señores y siervos, maestros y oficiales, en una palabra, opresores y oprimidos se enfrentaron siempre, mantuvieron una lucha constante, velada unas veces y otras franca y abierta; lucha que terminó siempre con la transformación revolucionaria de toda la sociedad o el hundimiento de las clases beligerantes.
(...)La moderna sociedad burguesa, que ha salido de entre las ruinas de la sociedad feudal, no ha abolido las contradicciones de clase. Unicamente ha sustiuído las viejas clases, las viejas condiciones de opresión, las viejas formas de lucha por otras nuevas." (Manifiesto Comunista)

"En la producción social de su existencia, los hombres establecen determinadas relaciones, necesarias e independientes de su voluntad; (...) La totalidad de esas relaciones de producción constituye (...) la base real sobre la cual se alza un edificio jurídico y político, y a la cual corresponden determinadas formas de conciencia social." (Contribuciòn a la Crìtica de la Economìa Polìtica)

“ ... en la producción social de su vida los hombres establecen determinadas relaciones necesarias e independientes de su voluntad, relaciones de producción que corresponden a una fase determinada de desarrollo de sus fuerzas productivas materiales. El conjunto de estas relaciones de producción forma la estructura económica de la sociedad, la base real sobre la que se levanta la superestructura jurídica y política y a la que corresponden determinadas formas de conciencia social. El modo de producción de la vida material condiciona el proceso de la vida social política y espiritual en general. No es la conciencia del hombre la que determina su ser sino, por el contrario, el ser social es lo que determina su conciencia. Al llegar a una fase determinada de desarrollo las fuerzas productivas materiales de la sociedad entran en contradicción con las relaciones de producción existentes o, lo que no es más que la expresión jurídica de esto, con las relaciones de propiedad dentro de las cuales se han desenvuelto hasta allí. De formas de desarrollo de las fuerzas productivas, estas relaciones se convierten en trabas suyas, y se abre así una época de revolución social. Al cambiar la base económica se transforma, más o menos rápidamente, toda la inmensa superestructura erigida sobre ella. Cuando se estudian esas transformaciones hay que distinguir siempre entre los cambios materiales ocurridos en las condiciones económicas de producción y que pueden apreciarse con la exactitud propia de las ciencias naturales, y las formas jurídicas, políticas, religiosas, artísticas o filosóficas, en un a palabra las formas ideológicas en que los hombres adquieren conciencia de este conflicto y luchan por resolverlo. Y del mismo modo que no podemos juzgar a un individuo por lo que él piensa de sí, no podemos juzgar tampoco a estas épocas de transformación por su conciencia, sino que , por el contrario, hay que explicarse esta conciencia por las contradicciones de la vida material, por el conflicto existente entre las fuerzas productivas sociales y las relaciones de producción. Ninguna formación social desaparece antes de que se desarrollen todas las fuerzas productivas que caben dentro de ella, y jamás aparecen nuevas y más elevadas relaciones de producción antes de que las condiciones materiales para su existencia hayan madurado dentro de la propia sociedad antigua. Por eso, la humanidad se propone siempre únicamente los objetivos que puede alcanzar, porque, mirando mejor, se encontrará siempre que estos objetivos sólo surgen cuando ya se dan o, por lo menos, se están gestando, las condiciones materiales para su realización. A grandes rasgos, podemos designar como otras tantas épocas de progreso en la formación económica de la sociedad el modo de producción asiático, el antiguo, el feudal y el moderno burgués. Las relaciones burguesas de producción son la última forma antagónica del proceso social de producción; antagónica, no en el sentido de un antagonismo individual, sino de un antagonismo que proviene de las condiciones sociales de vida de los individuos. Pero las fuerzas productivas que se desarrollan en la sociedad burguesa brindan, al mismo tiempo, las condiciones materiales para la solución de este antagonismo. Con esta formación social se cierra, por lo tanto, la prehistoria de la sociedad humana.” (Pròlogo a la Contribuciòn a la crìtica de la economìa polìtica)

"La parte del capital, pues, que se vierte en medios de producción -o sea, en materia prima, materias auxiliares, y medios de trabajo-no cambia de magnitud de valor en el proceso de producción. Por eso la llamo parte constante del capital, o más brevemente, capital constante. La parte del capital colocada en fuerza de trabajo altera, en cambio, su valor en el proceso de reproducción. Esa parte reproduce su propio equivalente y, además, un excedente por encima de él, plusvalía, la cual puede variar, ser mayor o menor. Esta parte del capital deja ininterrumpidamente de ser una magnitud constante para pasar a ser una magnitud variable. Por eso la llamo parte variable del capital, o más brevemente, capital variable."(El Capital, Cap. VI)


"Podemos distinguir al hombre de los animales por la conciencia, por la religión o por lo que se quiera. pero el hombre mismo se diferencia de los animales a partir del momento en que comienza a producir sus medios de vida, (...) Al producir sus medios de vida, el hombre produce indirectamente su propia vida material. El moco como los hombres producen sus medios de vida depende, ante todo, de la naturaleza misma de los medios de vida con que se encuentran y que se trata de reproducir. Este modo de producción no debe considerarse solamente en cuanto es la reproducción de la existencia física de los individuos. Es ya, más bien, un determinado modo de actividad de estos individuos, un determinado modo de manifestar su vida, un determinado modo de vida de los mismos." (La ideologìa alemana)

lunes, 18 de octubre de 2010

Liberalismo

“Se basa en la doctrina del contrato social (Rousseau) y del derecho natural propugnada por la ilustración (Locke, Montesquieu) y se afirma con la Revolución francesa. Confiando en el progreso de la razón, tiende a realizar el ideal de libertad mediante:
1) la libertad individual, amparada por los derechos del hombre: libertad de religión, de pensamiento, de imprenta; igualdad jurídica (pero no económica ni cultural)
2) el Estado constitucional, con división de poderes como garantía frente a su omnipotencia
3) la participación del ciudadano en la actividad política mediante la elegibilidad (sufragio) de sus representantes en un Parlamento (que ejerce la función legislativa y controla la acción del gobierno)
4) la libertad económica: producción, empresa, asociación de intereses, competencia y circulación de mercancías ajenas a trabas jurídicas.

Ideología de la burguesía en ascenso, el liberalismo se impone rápidamente en Inglaterra y alcanza su apogeo en el continente a mediados del siglo XIX (capitalismo industrial). En su práctica absoluta..., a la repetición cíclica de las crisis (inflación, superproducción, deflación), a la concentración del poder político-económico en una minoría (oligarquía) y a la depauperación del proletariado industrial.”
(Kinder, Hilgemann - Atlas Histórico Mundial II. Ed. Istmo. Madrid, 1994. p. 42)

el liberalismo: su concepción de sociedad

“(...) para el liberalismo clásico, el mundo humano estaba formado por átomos individuales con ciertas pasiones y necesidades, cada uno de los cuales buscaba por encima de todo las máximas satisfacciones y las mínimas notoriedades, igual en esto a todos los demás y no reconociendo ‘naturalmente límites o derechos de interferencia en sus pretensiones. En otras palabras, cada hombre estaba ‘naturalmente’ poseída de vida, libertad y afán de felicidad, como afirmaba la Declaración Americana de Independencia, aunque los pensadores liberales más lógicos preferían no incluir esto en el léxico de los ‘derechos naturales’. En su deseo de satisfacer sus propios intereses, cada individuo, (...) encontraba útil o ventajosos entablar ciertas relaciones con otros individuos, y este complejo de útiles relaciones tratos – a menudo expresados con el franco término comercial de ‘contrato’- constituía la sociedad y los grupos políticos o sociales.” (Hobsbawm – La era del capital. Ed. Crítica)

jueves, 26 de agosto de 2010

Revolución Industrial. Texto.

La Revolución industrial, iniciada en Inglaterra en la segunda mitad del siglo XVIII es el fenómeno histórico que más decisivamente ha afectado la forma de vida de la humanidad desde la invención de la agricultura (…)

La Revolución industrial consiste en un cierto número de innovaciones técnicas que determinaron una serie de transformaciones estructurales en el proceso de producción de bienes, que a su vez permitieron el tránsito de una situación económica estática a otra de crecimiento autoinducido (…) determinando el establecimiento de un sistema económica capitalista, tanto en el orden financiero como en el jurídico.

El fenómeno de la Revolución industrial no admite una explicación lineal a partir de una causa única, y la idea de una brusca ruptura ha quedado matizada por las más recientes investigaciones, que han puesto de relieve la existencia durante todo el siglo de un desarrollo moderado pero constante, creador de las condiciones necesarias para el lanzamiento que se produjo en los últimos decenios del XVIII.

Entre estos requisitos cabe señalar: 1º el incremento de la productividad agrícola mediante una explotación científica (…), que suprime el barbecho (sistema Norfolk), y mejora las especies ganaderas merced al cruce de ejemplares seleccionados;

2º el desarrollo de un sistema de comunicaciones, por carretera, gracias al revestimiento de los caminos y por el agua mediante la construcción de muelles en los puertos (Liverpool en 1709), la apertura de los ríos a la navegación y la construcción de canales;

3º un sistema financiero que permite la movilización de capitales en forma de créditos con baja tasa de interés (del 8% a comienzos del siglo al 3% del Consolidated Stock en 1757) y facilita las transacciones mercantiles merced a un flexible mecanismo de pagos, tanto interior como exterior (papel moneda y sistema bancario. En 1750 hay 12 agencias fuera de Londres, que en 1810 se aproximan a las 800).

Dadas las condiciones citadas el desarrollo tecnológico constituye el factor decisivo en el impulso inicial. Los avances técnicos consisten de una parte en la aparición de nuevas máquinas y en la puesta en explotación de las fuentes naturales de energía hasta entonces sin explotar.

La industria textil sufría de un estrangulamiento en el proceso de producción debido a la insuficiencia de la rueca para proporcionar hilo en cantidades suficientes para el abastecimiento de los telares, carencia incrementada de resultas de la invención en 1733 de la lanzadera volante. Entre 1765 y 1780 aparecen diversos tornos de hilar (spining Jenny, water frame y la mule de Crompton) que resuelven problemas de la hilatura a cambio de invertir la coyuntura al crear una insuficiencia de telares que no se resolverá hasta la invención por Carwright del telar mecánico (1785), de los que en 1836 habrá cien mil unidades en Inglaterra. El desarrollo de la producción de telas conducirá a nuevas invenciones para facilitar la obtención de materia prima, como la desmotadora de algodón de Whitney (1794), o la manipulación de las telas (máquina de coser de Howe en 1846). Paralelamente se producen decisivos cambios técnicos en la industria minero-siderúrgica tanto en el transporte (rail de hierro colado de Curr en 1777) como en las condiciones de explotación (lámpara de seguridad de Davy) o transformación (fuelle de Smeaton, pudelación de Cort, rollin mill, etc.)

Hasta la segunda mitad del siglo XVIII la explotación de las fuentes naturales de energía, exceptuadas las de origen biológico, se había reducido exclusivamente a la utilización del viento (molino, navegación a vela) y de la corriente de los ´rios (molino hidráulico, navegación fluvial). La Revolución científica proporcionó al hombre las posibilidades conceptuales necesarias para poner a su servicio las múltiples formas de energía natural existentes en torno suyo. El vapor había atraído desde tiempo atrás la atención, pero no se llegó a una utilización eficaz hasta el descubrimiento de la máquina de vapor de Watt (1785) que elevará la energía de ese origen de 10000 HP en 1800 a 1,3 millones medio siglo después. Y antes de que termine el siglo la explotación del petróleo y la electricidad supondrá una importante ampliación de los recursos energéticos. La nueva energía encontró rápidamente multitud de aplicaciones, fundamentalmente en el terreno de las comunicaciones, con el ferrocarril surgido de la aplicación por Trevithick de la máquina de vapor al vehículo y al rail, idea que no encontrará aplicación eficaz hasta que Stephenson construya la locomotora, y con la navegación a vapor derivada de una aplicación paralela realizada por Fulton.

La producción de bienes realizada hasta entonces mediante el uso de herramientas (telar de mano, torno y rueda de alfarero), es decir instrumentos inertes que dependen doblemente del hombre por cuanto requieren la habilidad del artesano y la fuerza motriz de su brazo, se modifica radicalmente con la aparición de la máquina, que se independiza de las anteriores limitaciones y se constituye en núcleo del proceso productivo. La máquina, incapaz de sustituir al hombre en sus diversas actividades, le rebasa ampliamente en procesos determinados, por cuanto multiplica la velocidad y supera la falta de continuidad y control en la aplicación del esfuerzo humano. Las consecuencias que se derivan de los caracteres de la máquina son:

1º la sustitución del trabajo masculino especializado por el más económico de las mujeres y los niños, cuya carencia de fuerza y habilidad suple la máquina.

2º la descomposición analítica de las distintas operaciones del proceso de producción (división del trabajo) para aplicar en una o varias de ellas las posibilidades la máquina con la consiguiente inadecuación del artesano al nuevo trabajo.

3º la normalización de la producción que permitirá el fabuloso incremento en la cantidad de bienes fabricados.

4º el tamaño y el costo de la máquina impiden que el artesano conserve la propiedad de los medios de producción que pasan a manos del empresario capitalista, produciéndose el tránsito del taller a la fábrica, lo que determina un sensible empeoramiento de las condiciones laborales.

5º la competencia de la producción maquinista arruina al artesano, que se ve forzado a desplazarse en busca de la fábrica, convirtiéndose en un proletario desarraigado de su contexto social originario y obligado a vivir en el suburbio, al lado de las máquinas, por razones de economía de alojamiento y desplazamiento.

La utilización de máquinas se convierte en la decisiva realidad económica. La competencia propia de la economía del mercado determina la aparición de un sistema capitalista de producción y esto en dos fundamentales aspectos: 1º la parte del capital fijo aumenta, obligando a inversiones crecientes, que superarán la aportación del trabajo. La fábrica implica una importante movilización de riqueza que creará una creciente demanda de dinero en forma de capital, que a su vez hará surgir notable diferencias entre empresas países en virtud del capital industrial de que disponen (países capitalistas y subdesarrollados)

2º la apropiación privada del capital industrial, dadas las peculiares condiciones del sistema fabril y de la economía de mercado libre de trabajo da origen al sistema capitalista que a su provoca la lucha de clases.”

(Artola, Miguel – Textos fundamentales para la Historia. Alianza Editorial pp. 510-515)

lunes, 23 de agosto de 2010

Revolución Industrial. textos

"La exactitud del título "La Revolución industrial" como aplicable a esta serie de cambios es
ampliamente discutible. Los cambios no fueron propiamente "industriales" sino también sociales e
intelectuales. Por otra parte, el término "revolución" implica un cambio repentino que no es, en realidad,
característica de los procesos económicos. El sistema de relación entre los hombres que ha sido llamado
capitalismo se originó mucho antes de 1760 y alcanzó su pleno desarrollo mucho después de 1830; existe
por consiguiente el peligro de ignorar el factor esencial de continuidad. Pero en vista de que el término
"revolución industrial" ha sido empleado por muchos historiadores y plenamente adoptado dentro del
lenguaje común, sería pedantesco tratar de sustituirlo".
(Tomado de Ashton "La revolución industrial")
"Desde mediados del siglo XVIII, el proceso de aceleración, el proceso de aceleración se hace tan patente
que los antiguos historiadores tendían a atribuir a la revolución industrial la fecha inicial de 1760. Pero un
estudio más detenido ha hecho a los expertos preferir como decisiva la década de 1780 a la de 1760, por
se en ella cuando los índices estadísticos tomaron el súbito, intenso y casi vertical impulso ascendente que
caracteriza el "take off". La economía emprendió vuelo...
Sea lo que fuere de estos cómputos, fue probablemente el acontecimiento más importante de la historia
del mundo, y, en todo caso, desde la invención de la agricultura y las ciudades. Y lo inició Inglaterra. Lo
cual evidentemente, no fue fortuito."
(Tomado de Hobsbawm "Las revoluciones burguesas")
"El estudio de los movimientos de la población en Europa no es sólo para el demógrafo un tema de gran
interés sino también para quienes se interesan por la historia económica: el aumento o reducción del
número de productores y consumidores y los procesos demográficos repercuten directamente en el
desarrollo industrial.
En el sector agrícola, asimismo, los incrementos de población han fomentado el estímulo de la
producción, bien aumentando el área de tierra cultivable o promoviendo la introducción de métodos más
racionales de cultivo.
(...) la excesiva densidad de una población en aumento fue tan solo uno de los condicionantes del
desarrollo de las sociedades industriales, ya que no puede resolverse la gran afluencia de mano de obra sin
la presencia de técnicas, de capital y de espíritu de empresa. Pero siempre que se den estos factores, el
incremento de población invariablemente estimula la producción industrial."
(Tomado de Armengaud, A. La población europea 1700-1914. En Cipolla C. M. Historia económica de
Europa.)

sábado, 17 de julio de 2010

Revolución industrial

“... Gran Bretaña poseía las materias primas que permitían la ampliación de la capacidad de las fábricas, en particular combustible y mineral de hierro cuyas fuentes se encontraban situadas a proximidad de aguas navegables. El carbón de las minas de Durham y Northumberland se podía cargar directamente en barcos de cabotaje y transportarse hasta el corazón de la Inglaterra industrial por los sistemas de los ríos Tiñe, Wear, Tees, Humber, Trent, Támesis, y Severn, mientras las minas de carbón de West riding en Yorkshire, Lancashire y los Midlands aprovisionaban a las industrias locales. A partir de 1700, alrededor de medio millón de toneladas de carbón al año transitaban entre Newcastle y Sunderland; en 1750, esta cifra alcanzó 1.2 millones de toneladas y, en 1800, 2.2 millones de toneladas. (...)
En 1771, Richard Arkwright y Jedediah Strutt construyeron una fábrica textil en Cormofor, Derbyshire, que funcionaba con energía hidráulica (...). La mayor eficacia y el ahorro superaban con creces tanto la inversión necesaria en la construcción y equipamiento de los enormes edificios como el riesgo de caída de los mercados. La energía hidráulica se había estado utilizando desde el siglo XII, pero, en una factoría, un único rotor de palas podía hacer funcionar cien máquinas, entre ellas trituradoras de mineras, cribas, máquinas de hilar, telares, sierras, rodillos e incluso montacargas. A partir de 1800, y gracias a la asociación entre James Watt y Matthew Boulton, el vapor empezó a sustituir el agua como la principal fuente de energía industrial, aunque el principio seguía siendo el mismo, energía a partir de una sola fuente.
(...) Las inversiones a gran escala en construcciones y maquinaria con la vista puesta en las ganancias a largo plazo únicamente resultaban posibles allá donde se dispusiera de capital y donde existieran inversores dispuestos a establecer nuevos tipos de contratos. Durante siglos se había estado invirtiendo en viajes únicos o expediciones, Sin embargo, ahora, la inversión industrial exigía una confianza generalizada en el futuro, más que un deseo de obtener beneficios rápidos.
El sistema de fábricas cambió no solo la relación del obrero con su lugar de trabajo, sino también su entorno físico. La disciplina, los horarios y la diligencia pasaron de ser normas autoimpuestas a convertirse en condiciones laborales. La mayoría de los trabajadores todavía seguían cobrando a destajo, pero los propietarios, deseosos de aumentar la productividad de sus máquinas, insistían en largas jornadas. Muchas de las factorías eran lugares de trabajo infernales, sucios, oscuros y en los que reinaba un increíble ruido (...)
Las fábricas se construyeron donde más convenía al proceso de fabricación y los trabajadores se vieron obligados a emigrar. Las ciudades y las poblaciones brotaron como hongos en las minas abiertas de carbón y de hierro, junto a los yacimientos de arcilla, en los valles de Lancashire donde el agua y el carbón se combinaban en una atmósfera hú9meda y adecuada para el procesado del algodón, y allá donde pudiera alcanzar la ampliación del sistema de canales.
Mantener el impulso del crecimiento industrial exigía un número cada vez mayor de obreros; la población de Gran Bretaña se incrementó desde los 10 millones en 1800 hasta los 20 en 1851 y los 37 millones en 1901. No obstante, este crecimiento demográfico sólo podía ser sostenible si aumentaba la producción agrícola. (...) A mediados del siglo XVIII, la intensificación gradual de los cercados de la tierra de uso compartido, el drenado de las tierras húmedas junto a los ríos y la ampliación de las granjas condujeron a una mayor eficacia y producción. (...) El aumento de la demanda conllevó una subida de los precios, lo que posibilitó las inversiones de los granjeros en la compra de fertilizantes y piensos artificiales para los animales, y alentó el drenado y la roturación de las tierras arcillosas improductivas. Gran Bretaña era capaz de alimentar adecuadamente a su población con una proporción cada vez menor de trabajadores empleados en la agricultura.
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En 1815, una investigación realizada por una comisión parlamentaria reveló que las niñas iniciaban su vida laboran en las fábricas de lino a la edad de ocho años; trabajaban normalmente de seis de la mañana a siete de la tarde y, cuando el trabajo aumentaba, la jornada iba de cinco de la mañana hasta las nueve de la noche. Las niñas disponían, como único descanso, de cuarenta minutos para el almuerzo, Se les pegaba si no mantenían el ritmo de su trabajo, vigilar los telares hasta que estuvieran llenos y, entonces, detener la máquina para retirar las bobinas, las lanzaderas y los marcos, y después cargar los telares vacíos y poner de nuevo las máquinas en marcha. Los comisionados parlamentarios encontraron a niñas deformadas por el trabajo, y es posible que, además, padecieran deficiencias de desarrollo y enanismo.
Si las condiciones de las fábricas eran pésimas, el gran crecimiento de las ciudades industriales, que tuvo lugar sin ningún tipo de planificación, hiso de estas últimas auténticos vertederos humanos. La población de Manchester se incrementó desde los 75000 habitantes en 1801 hastas los 252000 habitantes en 1841, con Birminghan, Liverpool y Glasgow siguiendo el mismo patrón. Todas ellas lelgaron a los 800000 habitantes a finales de siglo. La mortalidad infantil en los municipios industriales del norte de Inglaterra aumento durante el período entre 1813 y 1836 y llegó a alcanzar el 172 por 1000, mientras que la altura media disminuyò durante el mismo período de tiempo y continuó haciéndolo hasta la década de 1860.
La migración hacia las ciudades destruyó el estilo de vida tradicional que había existido en Gran Bretaña; sin embargo, la industrialización resultó posible gracias a los cambios que ya estaban teniendo lugar en el campo. (...) los Enclosure Acts, las leyes que reglamentaban los cercados de las propiedades, que se iniciaron en 1750 y continuaron hasta 1830, permitieron el cercado de las tierras de uso común, mediante el cual los terratenients refirmaban su propiedad legal; ...
En otras palabras, los que cercaban las tierras ya eran los propietarios legales, pero, al ejercer de este modo sus derechos, destruyeron la relación tradicional que los trabajadores rurales mantenían desde hacía siglos con la tierra y los covirtió en obraros asalariados.” (Osborne - "Civilización" Ed. Crítica. España, 2007. pp, 285, 286, 287, 288 y 289)