lunes, 18 de octubre de 2010

Liberalismo

“Se basa en la doctrina del contrato social (Rousseau) y del derecho natural propugnada por la ilustración (Locke, Montesquieu) y se afirma con la Revolución francesa. Confiando en el progreso de la razón, tiende a realizar el ideal de libertad mediante:
1) la libertad individual, amparada por los derechos del hombre: libertad de religión, de pensamiento, de imprenta; igualdad jurídica (pero no económica ni cultural)
2) el Estado constitucional, con división de poderes como garantía frente a su omnipotencia
3) la participación del ciudadano en la actividad política mediante la elegibilidad (sufragio) de sus representantes en un Parlamento (que ejerce la función legislativa y controla la acción del gobierno)
4) la libertad económica: producción, empresa, asociación de intereses, competencia y circulación de mercancías ajenas a trabas jurídicas.

Ideología de la burguesía en ascenso, el liberalismo se impone rápidamente en Inglaterra y alcanza su apogeo en el continente a mediados del siglo XIX (capitalismo industrial). En su práctica absoluta..., a la repetición cíclica de las crisis (inflación, superproducción, deflación), a la concentración del poder político-económico en una minoría (oligarquía) y a la depauperación del proletariado industrial.”
(Kinder, Hilgemann - Atlas Histórico Mundial II. Ed. Istmo. Madrid, 1994. p. 42)

el liberalismo: su concepción de sociedad

“(...) para el liberalismo clásico, el mundo humano estaba formado por átomos individuales con ciertas pasiones y necesidades, cada uno de los cuales buscaba por encima de todo las máximas satisfacciones y las mínimas notoriedades, igual en esto a todos los demás y no reconociendo ‘naturalmente límites o derechos de interferencia en sus pretensiones. En otras palabras, cada hombre estaba ‘naturalmente’ poseída de vida, libertad y afán de felicidad, como afirmaba la Declaración Americana de Independencia, aunque los pensadores liberales más lógicos preferían no incluir esto en el léxico de los ‘derechos naturales’. En su deseo de satisfacer sus propios intereses, cada individuo, (...) encontraba útil o ventajosos entablar ciertas relaciones con otros individuos, y este complejo de útiles relaciones tratos – a menudo expresados con el franco término comercial de ‘contrato’- constituía la sociedad y los grupos políticos o sociales.” (Hobsbawm – La era del capital. Ed. Crítica)

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